Hoy me apetece contar un cuento. Me siento transgresor.
“Había una vez, un territorio que muchos anhelaban
conquistar para poder generar grandes riquezas, sobretodo nacidas de la tierra,
gracias al clima y el encanto de estos terrenos. Griegos, romanos, y más adelante, árabes, entre otras
culturas, habían conquistado la
península dejando muchas influencias.
Primero llegaron los griegos, de los que heredaron el yogur
y todos sabéis qué más. Los romanos consiguieron colonizar toda la península, llamándola
Hispania y aportándoles el idioma. Con la llegada de los árabes, heredaron
todas las palabras empezadas en “al”, la guitarra, se crearon los cantes
flamencos, pero también nació el odio. Odio porque los habitantes de Hispania,
estaban cansados de ser colonizados y enseñaron los dientes por primera vez.
Habían pasado siglos siendo maltratados, pero solo habían tenido coraje para
luchar contra el más débil. El marrón. Tras mucho luchar, los hispanos
consiguieron conquistar la península de nuevo.
Con el paso de los siglos, el territorio de ensueño, pasó a
llamarse España y tuvo muchas y distintas formas de gobierno. Fue un reino, una
republica, un reino otra vez, una dictadura, vuelta a la república… Y un buen
día llegó un hombre de inteligencia y estatura reducida llamado Franco. Franco
era un señor muy vanidoso (como Ramón de Pitis) y autoritario. Decidió hacerse
militar e ir escalando posiciones para poder ser todo lo admirado que él
deseaba. Un trágico día, el osado militar, decidió imponerse como jefe de estado.
Como algunos ciudadanos estaban contentos con la republica, España se dividió,
estalló una guerra civil y Franco se proclamó jefe de estado y recargó su ego otorgándose
el nombre de Generalísimo Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de
dios.
España vivió entonces sus años más negros. Muchos
ciudadanos eran perseguidos y fusilados,
otros muchos encarcelados y el miedo se apoderó de la población.
Desgraciadamente para el estado español, el dictador murió de viejo, dejando de
sucesor al nieto del anterior rey. Don Juan Carlos de Borbón. El miedo y la
incertidumbre se apoderaron de la sociedad. ¿Cómo sería el nuevo reino? ¿Serían
sometidos? Enseguida todas estas dudas se disolvieron. Juan Carlos resultó ser
un buen rey y decidió establecer una democracia, donde todos los españoles
pudiesen escoger al gobernante y ser felices para siempre.
Juan Carlos era aclamado y tratado de héroe. Como los
ciudadanos habían escogido a sus gobernantes, las labores del rey quedaron
reducidas a: Dar la mano a gente importante, desarrollar un habla gangosa,
cortar cintas inaugurales y dar un discurso por navidad. Muchos españoles trabajaban
de sol a sol para llevar una vida digna y las nuevas generaciones ya no
valoraban su hazaña pasada, ya que un solo acto bueno no debería marcar toda
una vida.
Un buen día los dirigentes de muchos países se reunieron en
una cumbre, en la que un malvado presidente
de un país lejano, mostró su desaprobación por los antiguos gobiernos que
España había tenido. El rey, consciente de sus detractores, decidió hablar en
nombre de la población, dirigirse al malvado presidente y decirle: “¿Por qué no
te callas?”. Los españoles enloquecieron, y la popularidad del rey se disparó.
Parecía que por fin el rey servía para algo. Lo que no se había parado a pensar
la población, es que el rey sí tenía un trabajo importante: preservar la buena
imagen de España y mantener unas buenas relaciones con otros gobiernos lejanos.
Por lo tanto, lo que en realidad había
hecho el rey, era prescindir de la única labor que tenía y meternos en un buen
lio.
Con el paso del tiempo, la última hazaña del venerado don Juan Carlos de Borbón, se había vuelto a
olvidar. Además, una crisis mundial sin precedentes, aumentaba la crispación de
los españoles, que no estaban dispuestos a seguir manteniendo una vida de lujos
al rey, pese a los intentos de éste por hacer que los ciudadanos viesen que
ellos también ahorraban, con cosas insignificantes como; que la reina cogiese
el ave en lugar del avión, que la princesa de Asturias repitiese algún que otro
vestido, no dejándose ver con el yate, etc. Por si no se había dañado
suficiente la imagen de nuestro bondadoso rey, su yerno, había incurrido en
estafas y se había enriquecido aún más.
Al enterarse de esta trágica noticia, el rey se sentía más
perdido que un pulpo en un garaje, por lo que acudió a Sofía, la reina:
-
Sofía…- dijo- Creo que se nos va a acabar el
chollo. Los españoles ya no me quieren. ¿Dónde han quedado esos años en los que
yo era el rey más campechano? Quizá es eso lo que falla… no me toman en serio. Y
para añadir más leña al fuego, Froilán se vuela un pie. No somos una familia real,
somos un chiste. Hasta José Mota se mofa de mí. Algo hay que hacer.
-
Y… ¿Qué quieres hacer?- contestó la reina.
-
A lo mejor mostrando una imagen más fuerte… ¿Y
si me voy de caza?
-
¿Crees que cazando una liebre, te verán más
fuerte?- preguntó sorprendida.
-
No. Cazaré algo con lo que nadie pueda.
Y así fue, nuestro bondadoso rey, se enfundó su atuendo al
más puro estilo Felix Rodriguez De La Fuente, y… ¿Cazó un conejo? No… ¿Un
jabalí? No… ¿Un ciervo, tal vez? No… Decidió cazar un elefante. Juanca se sentía
poderoso. Desgraciadamente, los ciudadanos no vieron la hazaña del rey como tal
cosa, sino más bien como una desacreditación más a la corona.
Aún así, los españoles seguían viviendo en pésimas
condiciones (puesto que, una vez más, miraban, como simples espectadores, cómo los sometían) y esperando la abdicación del rey , que nunca llegó. Juan Carlos, no
fue recordado como el rey más campechano, si no como el que llevó a España a la
más absoluta miseria.”
Moraleja: Un buen rey, es capaz de estar a la altura siempre.
Un buen rey, prioriza a los ciudadanos siempre. Un buen rey, abdica cuando es
necesario. ¿Cuál es el rey perfecto? El que deja de serlo.
*Recortes en educación, sanidad, investigación y
desarrollo, ejercito… ¿y en políticos? ¿y en la monarquía? Meses de espera para
hacerte unas pruebas (aumentarán las muertes), bajará el rendimiento académico
(No habrán buenos profesionales), pero el rey seguirá veraneando en Mallorca y
cenando caviar. ¿Tenemos que seguir agradeciéndole al rey la democracia? o ¿nos
damos cuenta por fin, de que nunca ha existido y de que él es uno de los que
nos priva de ella?