Había abandonado este blog, hasta que la inspiración volviese a mí. De momento, no ha vuelto y parece que el viaje se va a prolongar bastante tiempo. Pero considero que de esto tengo que hablar.
Me parece genial que Mercedes Milá, Basile y
Mediaset, se hayan colgado el cartel de "defensores de las víctimas del
terrorismo". Lo que me parece lamentable es que se trate, únicamente, de
una cuestión publicitaria.
Es lícito que se expulse a una concursante de Gran Hermano porque
pierdan publicidad. Eso está claro. Gran Hermano pertenece a una cadena privada
que vive de la publicidad. Lo que no se puede hacer, es decir que el verdadero
motivo son las víctimas.
Si yo fuese una víctima del terrorismo (ya fuese
directa o indirectamente), me molestaría más que algunos se colgaran la medalla
de buena gente a mi costa o la de mis familiares, que el hecho de que una chica
JOVEN haga uso del humor negro.
Por otro lado, no hay que justificar ese tipo de
comentarios. He leído mucho sobre el tema y hay personas que hacen referencia a
la libertad de expresión. No debemos olvidar que, ésta última, siempre tiene
límites. El límite está siempre en hacer apología de algo que vulnere los
derechos de cualquier persona. El racismo, nazismo, machismo e ideas
extremistas de tipo religioso o político son un ejemplo de los límites de la
libertad de expresión.
Pero el concepto de Gran Hermano, que es el que
tanto vende Mercedes Milá, es el de un experimento sociológico. En todo
momento, se pretende que los habitantes se olviden de las cámaras. De hecho,
cuando ha habido algunos concursantes que actuaban de cara a las cámaras (Feroz
y la otra) se les ha echado y apartado de todo lo relacionado con el programa.
¿Acaso no se dicen comentarios inapropiados, cuando se está entre amigos? Argi
cometió el error que Gran Hermano le pide que cometa desde el minuto 1,
olvidarse de las cámaras. ¿Eso quiere decir que todo vale? No, evidentemente no
vale todo. Si hubiese una actitud de un concursante en la que realmente hiciese
apología del terrorismo en repetidas ocasiones y en serio, entonces, sí sería
justa una expulsión.